Toda España se ha paralizado, de nuevo como con cada mundial, por el partido que hoy ha tomado lugar. Yo, personalmente, no lo entiendo.
No soy capaz de entender cómo una industria tan relevante permite que su evento más importante se celebre en un país abiertamente homófobo y machista.
Se habla mucho de los sentimientos que despierta este deporte, siempre buenos, pero yo quiero hablar de los malos, de los vomitivos.
¿Cómo es posible que un deporte que nos une tanto nos separe más todavía? No tengo nada en contra del fútbol; cuando lo veía en casa era una de las pocas cosas que podía compartir con mi padre y le doy gracias al deporte por ello. Le doy gracias porque, por un momento, aunque fuera corto y aparentemente banal, podía ver a mi padre (una persona de avergonzadas emociones) sentir algo.
Por eso odio la industria, no el deporte. La industria que lo maneja es muy diferente al deporte per se. ¿Cómo osamos disfrutar de algo tan pasional y humano cuando al mundo le da igual a costa de qué?
Hablando de este tipo de público (y solo de este público en concreto) me gustaría hacer una confesión: lo odio, de verdad que lo odio, y odio más ponerlo en palabras que pensarlo, pero el estereotipo del "fifas" se cumple a rajatabla. Los hombres que celebraban a Maradona, conocido futbolista y no tan conocido pedófilo y abusador, son los mismos que me han criado, los mismos con los que me he criado, los mismos con los que he compartido risas y llantos y todo lo que no se puede decir. ¿Cómo puedo sentirme segura sabiendo que a este tipo de pseudohombre le es indiferente toda la realidad miserable que envuelve esta industria deplorable?
La verdad es que la burbuja tan sumamente densa de privilegios que protege a este tipo de "hombre" provoca una ceguera que ni si quiera el mismísimo Jesucristo podría curar. No escribo esto por odio, lo escribo por despecho, por dolor y, sobre todo, por reflexión. Espero que seamos capaces poco a poco de desaprender las normalizaciones erráticas de la sociedad en la que vivimos, y espero que este escrito lo lea la persona indicada. Por mi parte, yo me siento satisfecha solo con haberme atrevido a redactar y publicar esta reflexión.
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