Me revienta y me revienta mucho. ¿Por qué no eres capaz de ser honesto contigo mismo? ¿No te das cuenta de que si no lo eres contigo, conmigo tampoco lo vas a poder ser? No sé qué es lo que te da tanto miedo. Miento, sí lo sé.
Ya he estado ahí. Darte cuenta de todo lo que está "mal" en tu cabeza, en tus acciones, en tus relaciones... La culpa que sentí era tan grande que no era capaz ni de mirarme al espejo. ¿No te ha pasado nunca que te miras al espejo pero no te miras? Son como piezas de un puzzle. Ves un ojo, un diente, un grano, una pielecilla muerta en el labio; pero son piezas sueltas de un puzzle del que ni si quiera tienes la imagen de guía que viene en la caja.
Me levantaba. Me desvestía -siempre mirando al suelo o a los lados para no ver mi reflejo-. Me metía en la ducha. Me ponía la toalla -dentro de la ducha-. Salía -con la toalla puesta-. Después me echaba la crema sin mirarme la cara.
Luego tocaba el maquillaje, que me desfiguraba la cara de una manera diferente cada día, según yo se lo pidiera. Para eso me acercaba mucho al espejo (así no me veía al completo) y me centraba solo en una pestaña, en una peca, en un poro. Cuando ya había acabado de maquillarme me miraba al espejo. Solo la cara.
Luego me vestía y hacía lo mismo. Fijar mi mirada en una sección muy pequeña del espejo. -No puedo ver
mi reflejo entero porque había colocado mi espejo con un ángulo específico para que me cortase la cabeza, como si estuviera vistiendo a un maniquí inerte.-
Después venía el pelo. Era más fácil. El resto del cuerpo ya estaba disfrazado y mi mente me decía que eso era lo único que estaba mal -no como cuando acababa de salir de la ducha, ahí todo estaba mal-. Me lo secaba y me lo peinaba, fijándome esta vez desde un zoom menos dramático que antes.
Ahora sí iba a mi habitación (donde me había vestido) y me alejaba del espejo-guillotina casi hasta tropezar con el mueble de detrás para verme entera. Bueno, verme no, conocer quién era la persona que había creado ese día. Así todos las mañanas -si es que me levantaba por las mañanas-.
Entonces sí, sí que sé lo que sientes. Sí que sé porqué te mientes; porqué me mientes. Que lo sepa no lo hace menos doloroso; que lo sepa no hace que tus acciones huelan menos a podrido.
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